La tasa de desarrollo implica reducir el impuesto de Primera Categoría a 25% y establecer un impuesto de 2% a las empresas en régimen general, que podrá deducirse mediante inversiones que incrementen la productividad de las empresas como adquisición de equipamiento de alta tecnología. Esto ya era parte de la reforma tributaria rechazada en marzo.
Fuente: La Tercera