El impuesto de primera categoría se reduce de 27% a 25%. Asimismo, se establece una tasa de desarrollo de 2% de las utilidades. Esta tasa podrá pagarse en forma de impuesto o ser destinada a gastos que aumentan la productividad de la empresa y de la economía, como gastos en I+D, gastos en manufactura y servicios de alta tecnología producidos por proveedores locales, entre otros.